martes, febrero 25, 2025

Ángeles, de Espido Freire...

 

 Apostados cada uno en una esquina de la cama le veían cada noche rezar y dormir. Una vez quisieron mostrarse. El niño rompió a gritar y su madre trató de convencerlo de que los monstruos no existían. Ellos bajaron la cabeza avergonzados, y ocultaron su fealdad tras sus alas.

 

 

 

 

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