jueves, abril 16, 2020

La medida de mi madre...



No sé si te lo he dicho,
mi madre es pequeña
y tiene que ponerse de puntillas para besarme.
Hace años yo me empinaba,
supongo, para robarle un beso.
Nos hemos pasado la vida
estirándonos y agachándonos
para buscar la medida exacta
donde podemos querernos.




Texto: Begoña Abad





lunes, abril 13, 2020

Zapatos...


Cuando eres joven
un par de zapatos femeninos
de tacón alto  
inmoviles
solitarios en el ropero
pueden encender tus huesos;
cuando estás viejo
son solo
un par de zapatos
sin nadie en ellos
y nada más. 


(Charles Bukowski)



 

jueves, abril 09, 2020

Una persona sabia...


Una persona sabia realmente no intenta cambiar nada. Se vuelve tranquila. Tiene paciencia. Trabaja en sí misma. Observa sus pensamientos, observa sus acciones y se observa a sí misma cuando se enoja, se observa cuando se deprime, se observa cuando siente celos y envidia, y todo lo demás.
Poco a poco llega a reconocer: “Esto no soy yo. Esto es hipnosis, esto es una mentira”. Esta persona no reacciona ante su condición. En la medida en que no reacciona ante su condición, en esa misma medida se vuelve libre. Ya no le importa lo que los demás hagan. No se compara con nadie. No compite con nadie. Simplemente se observa a sí misma.
Observa la confusión mental. Nunca va por ahí gritando: “Soy la realidad absoluta. Soy Dios. Soy Consciencia”. Más bien reconoce de dónde viene y deja a los demás en paz.
Este tipo de ser se desarrolla a un ritmo acelerado. No importa en qué clase de aprieto se encuentre. No importa, porque este ser ya está libre.
Cuando la mente descansa en el corazón, cuando la mente no va allá afuera para identificarse con el mundo, cuando la mente descansa en el corazón, hay paz, hay armonía, hay puro ser.
Cuando permites que tu mente salga de tu Ser, esta empieza a comparar, empieza a juzgar, empieza a sentirse ofendida y ahí no hay paz. No hay descanso.



Texto: Robert Adams



 

jueves, abril 02, 2020

Palabras prestadas de Gioconda Belli...



Si eres una mujer fuerte
protégete de las alimañas que querrán
almorzar tu corazón.
Ellas usan todos los disfraces de los carnavales de la tierra:
se visten como culpas, como oportunidades, como precios que hay que pagar.
Te hurgan el alma; meten el barreno de sus miradas o sus llantos
hasta lo más profundo del magma de tu esencia
no para alumbrarse con tu fuego
sino para apagar la pasión
la erudición de tus fantasías.
Si eres una mujer fuerte
tienes que saber que el aire que te nutre
acarrea también parásitos, moscardones,
menudos insectos que buscarán alojarse en tu sangre
y nutrirse de cuanto es sólido y grande en ti.
No pierdas la compasión, pero témele a cuanto conduzca
a negarte la palabra, a esconder quién eres,
lo que te obligue a ablandarte
y te prometa un reino terrestre a cambio
de la sonrisa complaciente.
Si eres una mujer fuerte
prepárate para la batalla:
aprende a estar sola
a dormir en la más absoluta oscuridad sin miedo
a que nadie te tire sogas cuando ruja la tormenta
a nadar contra corriente.
Entrénate en los oficios de la reflexión y el intelecto
Lee, hazte el amor a ti misma, construye tu castillo
rodealo de fosos profundos
pero hazle anchas puertas y ventanas
Es menester que cultives enormes amistades
que quienes te rodean y quieran sepan lo que eres
que te hagas un círculo de hogueras y enciendas en el centro de tu habitación
una estufa siempre ardiente donde se mantenga el hervor de tus sueños.
Si eres una mujer fuerte
protégete con palabras y árboles
e invoca la memoria de mujeres antiguas.
Has de saber que eres un campo magnético
hacia el que viajarán aullando los clavos herrumbados
y el oxido mortal de todos los naufragios.
Ampara, pero ampárate primero
Guarda las distancias
Constrúyete. Cuidate
Atesora tu poder
Defiéndelo
Hazlo por ti
Te lo pido en nombre de todas nosotras.