A cachitos se comía los días,
los desmezuba en el plato,
les daba pequeños mordiscos
logrando extraer sus jugos
y todo su sabor.
Masticaba despacio
y luego los engullía
sintiendo como se deslizaban
por el tobogán de su esófago,
sonreía cuando sentía
el tren de la vida
recorriendo sus tripas.
Por ahora la vida no le daba ardores
ni malas digestiones
y se podía decir
que era su plato favorito.
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que era su plato favorito.
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Texto: Bohemia
Foto: Vassy Popova
Foto: Vassy Popova