Siempre me gustó esta foto, la conocía, la había visto, me había hipnotizado, desconocía a quien pertenecía, así como la historia que podía haber tras ella. Con sólo mirarla me traía aromas exóticos de tierras lejanas, sonidos suaves, feminidad, belleza, color y también muchas horas de ensayos y trabajo para llegar a esa perfección en la danza. Hace unos días ojeando El País Semanal me topé nuevamente con esa mano alzada estilizada y elegante que me saludaba desde la página central, fué entonces cuando conocí a través de su autora, la fotografa Isabel Muñoz, el pesar que guarda tan bella instantánea.
"Esa mano me protege, detrás de ella hay una historia tristísima", confiesa Isabel Muñoz "Después de Pol Pot, que acabó con la cultura de su país, solo se salvaron tres bailarinas. Esta era una de ellas, entrenada desde niña porque es muy difícil mover los brazos. Tenía 17 años y era guapísima. Pero el primer ministro, Hu Sen, se encaprichó de ella, y aunque ella se resistió, al final tuvo que convertirse en amante de un hombre que le parecía gordo y asqueroso. Al corriente de la historia, la mujer de Hu Sen la mandó matar. Esta mujer, como su marido, sigue en el poder, impunes. Para mí, esta mano es un homenaje a la injusticia y a la indefensión. Es una imagen que, pese a su tristísima historia, me protege. Era ella una bailarina especializada en hacer el rol de hombre, por eso no veo solo una injusticia contra una mujer, sino contra todo un pueblo. Veo a todas las personas, allí y también aquí, a las que la ley da la espalda."