viernes, julio 30, 2010

Menú veraniego en De Bohemia ( ...y gratis!!!!)


Mi vida se desliza entre la flama y el calor pegajoso que tenemos por estas latitudes. Hoy, en la sobremesa, me tumbé en el sofá con un polo de hielo y me quedé contemplando "apampla" como giraba el ventilador, sin fuerzas para hacer nada más. Pensé que algo así deben sentir los leones en la sabana africana, cuando el solano pega de lleno y ni ganas de cazar le queda a uno en el cuerpo. En lugar de rugir el león, le rugen las tripas al león... Y seguro que él piensa "rugid, rugid, que hasta que no llegue el fresquito no me mueve de aquí ni Bumba..."

El calor me aplatana, me ralentiza, me muevo despacio como un perezoso, me pesan las piernas, me pesan los brazos, me baja la tensión y se me pone a la altura de las chanclas... ¡Es lo que tiene el Levante! un viento caliente que es como si alguien se hubiese dejado abierta la puerta de un horno gigante y es por eso que se me cuecen hasta la ideas. Y como hoy no tengo mucho por contar, voy a poner unas raciones de:
"Ideas Bohemias Cocidas Regadas con Esencia de Musas Fundidas y Deconstruidas" para que todo el que pase por aquí picotee algo y no se vaya con el estómago vacío...y para echarlo p´a bajo...tintito de verano...

Buen provecho!!!



lunes, julio 26, 2010

Fotos famosas...

"La fotografía no puede cambiar el mundo,
pero sí mostrarnos su crudeza"

Marc Riboud




"Almuerzo en lo más alto del rascacielos" ('Lunchtime Atop a skyscraper'), una de las fotografías más emblemáticas del antiguo Nueva York, tomada por Charles Ebbets el 29 de septiembre de 1932 durante la construcción del edificio de la RCA , sede de la famosa radio (actualmente General Electrics) del Rockefeller Center en Nueva York. Es una de las fotografías más importantes de la historia de la fotografía así como del mundo del trabajo. La imagen muestra a 11 obreros almorzando sobre una viga en el piso 69 de los 71 (unos 244 m. del suelo), haciendo un descanso para comer, con la ciudad y el vacío a sus pies . Con ella, Ebbets mostró a los trabajadores de construcción que se sostienen frágilmente, sin ningún tipo de protección, inconscientes y contentos. La fotografía sirvió para denunciar las pesimas condiciones laborales de los trabajadores en esa época.






El fin de la Segunda Guerra Mundial, con su reinante atmósfera de alegría y desenfado, sirvió de marco para la realización de una hermosa fotografía que dio la vuelta al mundo. Fue tomada por Alfred Eisenstaedt, fotógrafo de la revista Life , el día 14 de agosto de 1945. En ese día los norteamericanos salieron a las calles a festejar el fin de la guerra, y a Alfred le llamó la atención el marinero que se acercaba a todas las mujeres que veía. Una de ellas fue la enfermera Edith Shain, que sólo se identificó en 1980 al enviarle una carta a Eisenstaedt donde reconoció ser la protagonista de la fotografía, y hasta ese entonces el hecho le había causado mucha vergüenza como para reconocerlo públicamente. Del marinero, después de muchas controversias, finalmente se supo que es un veterano de guerra llamado Glenn McDuffie, quien se encontraba esperando el metro cuando supo de la noticia y, en medio de la euforia, besó a Edith. Pasó mucho tiempo intentando probar que era él quien aparecía en la foto, hecho que sólo se pudo corroborar luego de muchos estudios.






Neil Armstrong ha descendido apenas sobre suelo lunar, ha dejado la primera huella y ha pronunciado, al descender de la escalerilla, la histórica frase (preparada, claro): "Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad".






Flores contra bayonetas. Un millón de manifestantes se concentran frente al Pentágono, en la capital de los Estados Unidos, en Washington. Protestan contra la guerra de Vietnam, ya están hartos de la política que lleva a cabo su gobierno y quieren que se les escuche. El fotógrafo Marc Riboud trabajaba para la agencia Mágnum por aquel entonces, y le tocó cubrir el evento. Al pie del cañón. De pronto, vio cómo una joven abandonaba el rebaño, armada con una flor en la mano, un corderito acercándose al lobo. Completamente indefensa. Se aproxima serena, los soldados de la Guardia Nacional, asisten desconcertados a la escena, cargando sus fusiles, preocupados por la gravísima amenaza que se les avecina, esperando órdenes aún más drásticas, apuntan sus bayonetas al pecho de la peligrosa chica, que sólo quería colocar la flor en uno de los fusiles, ése era su trofeo. El nombre de la valiente es, Jan Rose Kasmir. Tenía 17 años. “No era una provocación. Sólo les quería hablar de amor”





Detrás de la Estación de St Lazare es una de las primeras obras conocidas de Cartier-Bresson. Fue tomada en 1932 en París, con la primera de las Leica que tuvo. Cartier-Bresson se podía permitir el lujo de tener esta cámara, que además explica cómo pudo hacer esta fotografía en la que se congela el momento del salto: la Leica tiene el visor a la izquierda, con lo cual, haciendo la foto con el ojo derecho te queda libre el izquierdo, de tal manera que puedes ver el movimiento antes de que llegue al encuadre.

lunes, julio 19, 2010

¿Para qué quieres un esclavo si puedes tener un novio...?

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Tumbadita bocabajo en mi toalla de rayas descanso enterrando mis pensamientos bajo la arena finita y blanca que me rodea. Meto las puntas de mis dedos en la arena y advierto como una brisa caliente me hace dibujos en la espalda. Sin mirar, siento que soy una parabólica que capta todos los sonidos a mi alrededor, se escucha el mar, las olas rompiendo en la orilla, voces que forman un coro armónico y agradable. Risas de niños, gaviotas que pasan bajito, escucho al señor que vende patatas, agua y refrescos con su potente chorro de voz. Una avioneta que surca el cielo, el sonido de una pala que escarba en la arena, pasos que pasan cerca de mi toalla...

Y en esa armonía de sonido playeros de pronto, como si se hubiese tragado un claxón, una voz chillona se llevó todo el protagonismo. Una parejita a algunos metros parecía discutir, bueno, más bien ella discutía, llevaba puesto un bikini de mal humor que le quedaba muy natural, como una segunda piel. Era gorda y grandota, de gesto seco y rictus de enojo constante, su novio en cambio era pequeño, como suele decir mi madre, un alfeñique, un chico lacio y escuchimizado que parecía la mascota de la dama. Ella le reclamaba a voz en grito porque el padre de él se ponía su ropa, la ropa que a ella le costaba el dinero. El chico avergonzado por sentir los ojos de la gente sobre su cuerpo, aún poco bronceado, agachó la cabeza y no le contestó a la chica que lo miraba seria esperando una respuesta, como la esperábamos todos los que habíamos sido introducidos en la escena. A sabiendas de que dos no discuten si uno no quiere el chico no dijo nada y curtido por la experiencia de vivir con aquella guerrillera de lomo ancho, esperó en silencio a que la tormenta pasara.

Ella con cara de enojo se puso de pie, se colocó ante él haciéndole sombra y acto seguido estiró sus piernas grandotas como colúmnas, él entendió el mensaje y solícito comenzó a extender la crema bronceadora sobre los jamones de su ama-da con gran destreza y dedicación. Una vez que estuvo bien embadurnada dijo que se iba a dar un baño, él hizo amago de seguirla a lo cual ella preguntó meneando la cabeza como hace Beyonce cuando canta: ¿Tú a donde vas? Y él con muy poca voz debió contestar, al agua, me voy a bañar contigo... Ella levantó el dedo índice que era parecido a una baguette y moviéndolo delante de su cara como un parabrisas le dijo: Tú te quedas aquí vigilándome el bolso... Y allá que se fue ella meneando el trasero más ancha que larga y se metió en el agua lentamente emulando a Bo Derek. El novio adiestrado se quedó de pie un rato observando a su diosa acuática y luego con su síndrome de Estocolmo a cuestas sacudió las dos toallas como si hicera la cama y se quedó esperando el regreso de su sirena...




Texto: Bohemia
Imagen: Gugo


sábado, julio 17, 2010

Una historia de amor como otra cualquiera...



Mi yo empezó a bascular entre dos mundos, el físico y el virtual. En el mundo virtual mantenía relaciones con entes incorpóreos, inodoros e insipidos e incluso incoloros (un ente en blanco y negro, pantalla y caracteres...) Pero, para los internautas siempre llega un momento en el que la experiencia cibernética puede ser tan intensa como la real: es hiperreal. La mente no habita en mundo alguno, sea real o virtual, si no que viaja entre unos y otros a través de las huellas que dejamos y dejaron viajeros precedentes, con lo cual una inmersión en el macrocosmo del ciberespacio puede colonizar el subconsciente y entonces, la mente no se adapta al mundo digital, si no que acaba por preferirlo. Construimos a las personas a través de los mensajes, de la realidad preconocida por nuestra mente, que se impone sobre la irrealidad virtual como si proyectara nuestras fantasías en la pantalla...

Texto: Lucía Etxebarría

miércoles, julio 14, 2010

Lapidación...



A través de un correo amigo me ha llegado la información de que en este momento, hay 15 personas a la espera de ser ejecutadas por lapidación en Irán. Pero la semana pasada, una enorme campaña internacional logró rescatar a una mujer de este brutal castigo. Acabo de firmar una petición urgente dirigida al gobierno iraní para que ponga fin a esta atroz brutalidad de una vez por todas y se me ocurrió que tal vez te gustaría unirte a esta acción.

De ser así, pica AQUÍ y deja tu firma.



Ya que tocamos este terrible tema, quiero hablaros de una película que he visto recientemente, titulada "La lapidación de Soraya M." El film describe acontecimientos sucedidos en 1986, cuando una mujer iraní se interpuso en el camino de su marido que quería divorciarse para casarse con una adolescente, temía que la separación la dejaría sin medios de sustento junto a sus hijos, por lo que se negó a su solicitud de divorcio. A través de una interpretación estricta de la Sharia, la ley islámica, que rige en Irán después del la toma del poder por Khomeini y los Mullahs, el esposo de Soraya la acusó de adulterio y con la ayuda del Mullah local la pudo someter a juicio, declararla culpable e imponerle la sentencia correspondiente: ser lapidada hasta la muerte. Todo ello en el transcurso de unas pocas horas. En el bárbaro asesinato participaron sus vecinos y familiares.



El periodista franco-iraní, ya fallecido, Freidoune Sahebjam escribió el libro. Tras haber publicado sobre el régimen desde un ángulo crítico, Sahebjam recorrió en secreto su Irán natal en 1986, llegó a una pequeña aldea y allí conoció a Zarah la tía de la mujer lapidada y escuchó su relato. Aquella denuncia contada en secreto se convirtió en un libro y después en una película.





martes, julio 06, 2010

Mimando la hierba...

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Me pediste un favor en tu ausencia, que te regara el jardín para que la hierba no notara tu falta, para que tus plantas mimadas no te extrañaran. Fuí como me pediste a la fresquita, cuando el sol ya no pegaba fuerte y conseguí en unas cuantas tardes de verano llevar el invierno por unos minutos a tu jardín. Adoro ese olor a lluvia que
tiene la tierra mojada...¡si lo pudiera envasar me perfumaría con él! Desperté a toda la fauna durmiente, a las mariposas blancas que aún dormían la siesta entre las flores de su mismo color, a las tímidas lagartijas que al sentir el agua huyeron despavoridas, al mirlo cantor que da las más bellas serenatas en tu casa y desperté a la hierba dormida, le lavé la cara, le di de beber. No pensé que regar el jardín resultaría tan relajante, jugué con el agua, hice formas, cree fuentes, calmé la sed del sediento, disfruté como una niña jugando con una simple manguera, chapoteando descalza en los charcos, caminando sobre la hierba, acomodando mis pasos sobre una mullida y fresca alfombra. Tu pequeño jardín continuó siendo mimado en tu ausencia.


Texto: Bohemia