Anda plácidamente entre el
ruido y la prisa, y recuerda la paz que se puede encontrar en el
silencio. Vive en buenos términos con todas
las personas, enuncia claramente tu verdad; escucha
a los demás, incluso al torpe e ignorante; ellos también tienen su
historia. Evita a las personas ruidosas y agresivas, pues son un fastidio
para el alma. Si te comparas con los demás, te volverás vano y amargado;
porque siempre habrá personas más grandes y más
pequeñas que tú. Disfruta de tus logros así
como de tus planes. Mantén el interés en tu propia carrera, por humilde
que sea; ella es un tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos. Se
cauto en tus negocios; pues el mundo está lleno de egoísmos, pero no te
cierres a la virtud que hay en ella, mucha gente se esfuerza por
alcanzar nobles ideales; y en todas partes la vida está llena de
heroísmo. Se tú mismo, en especial, no finjas el afectos. Tampoco seas
cínico en el amor; porque en medio de toda las aridez y desengaño, es
perenne como la hierba. Acata dócilmente el consejo de los
años, abandonando con
donaires las cosas de juventud. Cultiva la fuerza del espíritu para que
te proteja en la adversidad repentina. Pero no te angusties con
fantasmas. Muchos temores nacen de la fatiga y la soledad. Junto con una
sana disciplina, se benigno contigo mismo.
La desiderata de la felicidad, escrita en
1927 por Max Ehrmann. De origen Alemán, nació en una familia
acomodada, en los Estados Unidos de Norte
América. Estudio Inglés en la Universidad De Pauw, y
Filosofía en Harvard. Se dedicó a la Abogacía en su ciudad natal:
Terre Haute, Indiana. A la edad de 41 años se jubiló, para
dedicarse a la escritura de ensayos y
poemas. Murió en el año de 1945.