Os dejo el río Almofrey, dormido entre zarzas con mirlos,
las hayas
de Zuriza, el azul guaraní de las orquídeas,
los rinocerontes, que
son como carros de combate,
los flamencos como claves de sol de la
corriente,
las avispas, esos tigres condensados,
las fresas
vagabundas, los farallones de Maine, el Annapurna,
las cataratas del
Niágara con su pose de rubia platino,
los edelweiss prohibidos de
Ordesa, las hormigas minuciosas,
la Vía Láctea y los ruyseñores
conplidos.
Os dejo las autopistas
que exhalan el verano en la hora
despoblada de la siesta,
el
Cántico espiritual, los goles de Pelé,
la catedral de
Chartres y los trigos ojivales,
los
aleluya de oro de los Uffizi,
el Taj Mahal temblando en un
estanque,
los autobuses que se bambolean en Sao Paulo y en Mombasa
con racimos de negros y animales felices.
Todo para vosotros, hijos míos.
Suerte de haber tenido un padre
rico.
(Miguel D´ors)