” Solías envolverte en cuentos de hadas
como si de una manta se tratase. Pero el frío te encantaba… Escalofríos
al descubrir los cadáveres de las mujeres de Barbazul. Piel de gallina
mientras el príncipe azul deslizaba un zapato de cristal por tus
deditos, talla perfecta.
En el patio las auténticas princesas
flotaban con los vientos de otoño. Viste el abismo entre las niñas ricas
y tú y juraste dejar de creer en los cuentos de hadas… Pero las
historias subyacían en ti tan profundas como el veneno. Si el príncipe
azul era real, si podía salvarte, necesitabas que te salvara de la
injusticia de todo. ¿Cuando llegaría? La respuesta fue un gesto de
desdén en 100 fugaces momentos…
De todos los chicos disfrazados de hombres
que entraron en tu cuerpo y tu corazón, aprendiste que no tenías esa
magia que hace transformar a las bestias en príncipes. Te rodeaste de
las chicas con las que siempre habías estado resentida, deseando
compartir su poder, y te odiaste a ti misma, y aquello te minó aun más.
Y entonces justo cuando pensaste en
desaparecer, él te vio. Y pensaste que era demasiado bueno para ser
cierto. Pero te dejaste arrastrar, porque él era el primero en poder
levantarte. Ahora en su castillo, entiendes que el príncipe azul y
barbazul son el mismo hombre. Y que no tendrás un final feliz a menos
que les ames a los dos. ¿No querías eso? Ser amada. ¿No querías que te
coronasen? ¿No pediste esto? Así que dí que puedes vivir así, dí
cualquier cosa menos la verdad...
¿...Y si no puedes corresponderle?…”