Sin embargo, a pesar de tus palabras, te costaba esfuerzo incluso respirar y tomabas aire entre ellas. Porque hablar es arriesgarnos siempre a sufrir una pequeña asfixia. Hablar es como si no nos importara morirnos; palabras y palabras expeliendo el aire que nos alimenta, derrochando el oro del oxigeno. Por eso yo me callo siempre, temo morirme de un exceso de habla.
(José Carlos Somoza)
1 comentario :
El silencio se parece muy poco a la vida...
Saludos,
J.
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