Esta noche nos amamos
ajenos a nuestra suerte,
sin pensar en el mañana…
mañana será otra muerte.
(Juan Antonio González Romano)
Aprecio cada movimiento de manos que emplea aquel que habla con franqueza por miedo a no explicarse del todo bien.
Me enamoro de cada parpadeo que esparce las lágrimas que empañan unos ojos y despejan la verdad en otros ojos que observan al que llora.
Adoro con cada partícula de mi ser la energía de un abrazo que dura más de dos minutos; la pura sincronización que sienten los cuerpos doblegados en paz por su propia naturaleza.
Respiramos humanidad convencional, olvidamos la pena que da el hecho de que a día de hoy compartir alegrías sea un tesoro al alcance de pocos, porque cualquiera está dispuesto a escuchar tristezas por mero morbo.
Sucumbamos a lo inevitable, protejamos cada matiz.
Cuenta una leyenda universal que, hace muchas épocas, las personas eran animales simbióticos: iban siempre acompañadas de un pájaro diminuto, de plumaje brillante y canto melódico, que eran como un susurro. Se llamaban Ahora.
Los Ahoras acompañaban a los humanos día y noche, revoloteando por sus cabezas en silencio, eran pajaritos muy sabios y sencillos. Cada vez que sus simbiontes contemplaban un paisaje hermoso, miraban a alguien a los ojos, o vivían cualquiera de esos mágicos eventos que suelen discriminarse solo por ser cotidianos, el Ahora les daba un pequeño picotazo en la cabeza de la persona y cantaba; entonces las personas tenían un Momento de Consciencia. Vivían el presente con más nitidez y eran felices. De hecho, los Ahoras se alimentaban de las emociones que se desprendían de estos momentos, y de ahí la simbiosis.
Había gente que se hacía muy amiga de sus Ahoras y estos les daban Momentos de Consciencia a cada instante. Sin embargo, algo ocurrió. Llegó un punto en que, por motivos estraños, la gente empezó a establecer relaciones con otras dos aves, una de plumaje negro y otra blanco: se llamaban Antes y Después, y poco a poco, los Ahoras fueron muriendo, la magia de los pequeños detalles desapareció y los Momentos de Consciencia se perdieron para siempre.
Mas este no es el final de la historia, pues la leyenda asegura que los hermosos Ahoras, aunque ya no puedan volar ni picarnos, siguen viviendo en el alma de cada uno de nosotros, esperando que retomemos la simbiosis y podamos ver la magia de nuevo.
Incluso dicen algunos que… si cierras los ojos, respiras hondo y sonríes, podrás sentir, en el corazón y en la mente, el canto y el picotazo del Ahora, y al volver a abrirlos el mundo será brillante.
(Óscar Sorialez)
Bueno, Dorothy, deja de imaginar cosas. Siempre te preocupas por nada. Ayúdanos hoy y encuentra un lugar en donde no te metas en problemas.
-Algún lugar donde no haya problemas. ¿Supones que haya tal lugar, Toto? Debe haber. No es lugar donde puedas llegar en bote o en tren. Es muy lejos... detrás de la luna, más allá de la lluvia, en algún lugar más allá del arcoiris...
Dos hombres mojaron
sus katanas en el río
Los cerezos explotaban
sobre el camino:
era abril
Musarama y Masamune
vieron correr las flores
sobre el agua
Cuando las flores
chocaban
con el filo de la katana
de Murasama
eran cortadas
suavemente
a la mitad
"Ese es mi filo" dijo
Murasama, triste
al ver que las flores no sangran
"La tuya, Masamune, deja
que las flores se escapen
Rozan su agudeza, y la esquivan"
Masamune sonrió
y en loto
observó el flujo del río
cristalino
reflejando
el metal de su espada
reflejándose
en el agua
"Mi espada no corta
las cosas bellas"
dijo Masamune
y extrajo
del agua su katana
seca.
La vida se construye a base de experiencias compartidas, y tú ayudaste a construir parte de la mía. Creéme, nunca habrá distancia entre nosotros. El pasado será siempre hoy...
Texto: Jean Shinoda Bolen
Veguita partió...
Vega vivió 18 años, mucho para un agapornis, la más longeva que tuve... ¡Mi Matusalena!
Vega fue adorada y querida por todos los miembros de mi familia, la niña mimada de Ramón y mía, adorable y buena como ella sola... Siempre encima nuestra, siempre a la espera de calor y cariño, éramos su lugar favorito en el mundo, de eso no tengo duda.
Veguita vino con el viento de Levante, llegó por sorpresa en una palma y vivió en la de nuestras manos.
Vega conoció a todos mis loros, a los que la precedieron y a los que a día de hoy están con nosotros...¡A todos!
Vega fue feliz y amada y, aunque su ausencia deja un hueco enorme en nuestros corazones que nada llenará, dejó tanto en nosotros que viviremos de su recuerdo. ¡Algo tan pequeño llenó tanto!
Veguita es el ser con el que más pelis y series he visto, siempre conmigo en mi hombro, dentro de mi bata o chaqueta, o las dos bajo la manta en el sofá...
Mi Veguita me decía guapa tan a menudo que casi me lo creí... :)
Vega siempre me daba un beso cuando se lo pedía y daba amor sin pedírselo.
Veguita era especial y muy lista, quien la conoció lo sabe.
Vega fue feliz y muy querida y eso nos consuela ahora que nos falta.
Vega partió y duele mucho pensar que ya no está y no estará más...Pero nos reconforta pensar en su larga vida, en los bien que siempre estuvo, en lo querida que fue, en la suerte que tuvimos al encontrarnos...
Vega vuela alto mi princesita guapa...
Te queremos...
Te pensamos...
Besitos bebé...¡Besito!
Vuela, vuela, vuela...