Eterna inmadurez...

Lucía se arrancaba las canas pensando que así le sacaba ventaja al tiempo, disimulaba sus arrugas con densas capas de maquillaje y se embutía en ropas de quinceañera con el convencimiento de que con un look juvenil podía camuflar sus años.

-Una tiene la edad que representa- le decía a su reflejo y este le guiñaba el ojo con complicidad. 

Con el disfraz de quinceañera despreocupada se iba a visitar a sus nietos -¡Abuela, abuela!- gritaban los pequeños al verla aparecer y ella, con un siseo violento de olla a presión, los mandaba callar escandalizada mirando hacia todos los lados. 

-¡Por el amor de Dios, os tengo dicho que no me llaméis abuela, que me hace mayor...! Ya sabéis que prefiero que me digáis Lucy a secas ¡Como si fueramos colegas!- y comenzó a reír dando palmas y saltitos. 

Su hija la contemplaba con lástima desde un rincón, a pesar de sus años le tocaba admitir que tenía por madre a una alocada e inmadura adolescente.

Texto: Bohemia