martes, junio 12, 2012

La mano de Camboya...


Siempre me gustó esta foto, la conocía, la había visto, me había hipnotizado, desconocía a quien pertenecía, así como la historia que podía haber tras ella. Con sólo mirarla me traía aromas exóticos de tierras lejanas, sonidos suaves, feminidad, belleza, color y también muchas horas de ensayos y trabajo para llegar a esa perfección en la danza. Hace unos días ojeando El País Semanal me topé nuevamente con esa mano alzada estilizada y elegante que me saludaba desde la página central, fué entonces cuando conocí a través de su autora, la fotografa Isabel Muñoz, el pesar que guarda tan bella instantánea.

"Esa mano me protege, detrás de ella hay una historia tristísima", confiesa Isabel Muñoz  "Después de Pol Pot, que acabó con la cultura de su país, solo se salvaron tres bailarinas. Esta era una de ellas, entrenada desde niña porque es muy difícil mover los brazos. Tenía 17 años y era guapísima. Pero el primer ministro, Hu Sen, se encaprichó de ella, y aunque ella se resistió, al final tuvo que convertirse en amante de un hombre que le parecía gordo y asqueroso. Al corriente de la historia, la mujer de Hu Sen la mandó matar. Esta mujer, como su marido, sigue en el poder, impunes. Para mí, esta mano es un homenaje a la injusticia y a la indefensión. Es una imagen que, pese a su tristísima historia, me protege. Era ella una bailarina especializada en hacer el rol de hombre, por eso no veo solo una injusticia contra una mujer, sino contra todo un pueblo. Veo a todas las personas, allí y también aquí, a las que la ley da la espalda."


jueves, junio 07, 2012

Y dime...


¿
Crees
que
hay
algo
después
de
la
muerte
?




Tengo mi propia teoría, quiero conocer la tuya...




Y bien...dime


domingo, junio 03, 2012

El negro...(Texto de Rosa Montero)


Estamos en el comedor estudiantil de una universidad alemana... Una alumna rubia e inequívocamente germana, adquiere su bandeja con el menú, en el mostrador del autoservicio y luego se sienta en una mesa... Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para cogerlos... Al regresar, descubre con estupor que un chico negro, probablemente subsahariano por su aspecto, se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja...

De entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida... pero, enseguida corrige su pensamiento, y supone que el africano no está acostumbrado al sentido de la propiedad privada, y de la intimidad del europeo... o incluso, que quizá no disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aún siendo ésta barata para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países... 

De modo que la chica decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el africano contesta con otra blanca sonrisa... A continuación, la alemana comienza a comer de la bandeja, intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el chico negro... 

Y así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan paritariamente del mismo plato de estofado hasta acabarlo y uno da cuenta del yogur y la otra de la pieza de fruta... Todo ello trufado de múltiples sonrisas educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas por parte de ella... 

Acabado el almuerzo, la alemana se levanta en busca de un café... Y entonces descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta...