Volanderos...

Esta mañana me despertó el viento que golpeaba mi persiana con violencia. Me asomé y vi tras los cristales gente volando, no es que tuvieran alas, no, ¡es que el viento los elevaba y los mecía como cometas en el aire! Me froté los ojos y allí estaban, me pellizqué y seguían ahí, invitándome a salir para unirme al cortejo de aquella mágica brisa voladora. Corrí a mi armario, busqué una falda con mucho vuelo, me calcé las botas, una chaqueta y bajé en estampida por las escaleras, renunciando al ascensor. Al llegar al portal el viento había amainado, la gente caminaba colocándose el peinado y quitándose las hojas del pelo. Unos reían con risa de opereta, otros aún contenían el aliento por la experiencia vivida y los más entusiastas agitaban los brazos deseosos de volver a subir. El viento se había calmado justo al pisar yo la calle, con lo fácil que hubiera sido abrir la ventana y... dejarme llevar...

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Texto: Bohemia