sábado, octubre 01, 2005

¿Donde está el otoño?

...He buscado en mis bolsillos, dentro de la cartera, bajo la cama, en el cuarto trastero, en los cajones de la cocina y hasta en la despensa. He mirado dentro de la lavadora y bajo la alfombra, lo he buscado por las calles y las plazas. Me he internado en el bosque y no estaba, le he preguntado a los árboles y a las flores y me han dicho:-Por aquí no ha venido y...¡lo estamos esperando! Tenemos que cambiar nuestros vestidos y se está demorando demasiado. Es raro porque este chico suele ser muy formal pero, se ve que se volvió variable como otras estaciones de paso-.
He colgado carteles, he publicado anuncios en algunos diarios, me he pasado por Comisaría y he puesto una denuncia por si alguien lo secuestró...Cansada me he sentado en la puerta de mi casa a ver si lo veo pasar con su abrigo marrón y su maleta de hojas secas...El verano ha venido a mi lado con sus pantalones cortos y su playeras, se ha sentado conmigo, me ha dado un abanico y me ha dicho que también está impaciente por pasarle el testigo, pero que el muy descarado no se presenta...¡que informalidad!...
Por favor, desde este blog hago un llamamiento, si alguien lo ve, díganle que lo estoy esperando, que lo extraño, que llevo demasiado tiempo esperándolo para que al final no se presente. Díganle que me visite, que necesito que me llene de hojas el jardín y que me nuble los días, que de tanto sol ya me cansé y que lo quiero a él...Por favor, díganselo si se cruzan con el Otoño...






Texto: Bohemia



2 comentarios :

Anónimo dijo...

Hoy ha entrado el sol por la ventana.
Ya se marchan, presurosas, las golondrinas
y en los brazos despunta el frío.
El reflejo de las olorosas lluvias
de septiembre pronto traerá
un ramo de sosiego a las tardes,
una calle de aurora, abrigada de libros.

Con el olor a tierra mojada, dulce
y casi masticable, el otoño llega
para quedarse sobre la piel interna del verano:
el olor a castañas asadas es sólo
su fino aliento que va tomando cuerpo.

Como una llama de flores pequeñas
y blancas, el jardín renace
muriendo en revuelos de hojas secas.
La luz al atardecer se vuelve chillona y dulce,
arrastra el día hasta una noche completa.

Habría que encender el fuego del corazón
para no tropezar con las próximas nieblas.
Lejos queda el mar, como una promesa
de oro que brilla en las pupilas y en las fotografías.
El recuerdo comienza a grabarse en el alma,
como aquella escuela resonaba en los oídos
en los primeros otoños de toda la vida.

José Miguel Desuárez

Anónimo dijo...

Uf, pues veremos este año que ocurre. Estamos a 2 de septiembre y siento el doble de calor que el año pasado. ¿Llegará el otoño a tiempo esta vez? Me temo que va a ser difícil.
;o)