lunes, mayo 28, 2018

Lady Macbeth...


Hace ya algunos años leí la novela corta 'Lady Macbeth de Mtsensk' del escritor ruso Nikolái Leskov y, recientemente, he podido ver la adaptación cinematográfica del 2016, titulada "Lady Macbeth", que está basada libremente en el relato, cuya historia han trasladado de Rusia a Inglaterra.


En el presenciamos la turbulenta historia de Miss Katherine Lester, una joven dama de la Inglaterra rural del Siglo XIX, que se ve obligada por protocolo social a servir fielmente a un suegro que la detesta y un marido que la aborrece y ni tan siquiera la toca. Tras una escapada de los hombres, Katherine se siente libre y deja aflorar su deseo hacia un joven de la servidumbre. La travesura se convertirá en costumbre, y la pasión desarrollada conllevará la rebeldía de mantener su idilio en secreto, lo que desencadenará en una espiral de violencia fuera de control. 


Nos encontramos, pues, ante una tragedia de corte shakesperiano, pero con la libertad de no ceñirse a su obra para describir el perfil psicológico de esta nueva Lady Macbeth, una mujer que sobrevive al aburrimiento y sometimiento de las leyes de la época, convirtiéndose en una despiadada y maquiavélica criatura que se mueve por impulsos pasionales egoístas. 


En esta renovada 'Lady Macbeth', tanto la descripción de la protagonista como la del entorno donde se mueve, están perfectamente captados por la cámara del debutante William Oldroyd, capaz de mantener el equilibrio perfecto entre una narración distante y el preciosismo de sus encuadres, espléndidamente fotografiados tanto en interiores como en exteriores por Ari Wegner.


La ambientación es muy realista, opresiva y claustrofóbica, es un buen ejemplo de cómo se puede contar una historia con imágenes. La quietud del lugar viene acompañada de la carencia de una banda sonora, no hay ni una pieza instrumental, pues habrían alterado los sonidos de la naturaleza circundante. El silencio es el mayor aliado del director, y es un enorme acierto. 


Todo el relato tiene un aire gótico, se ve en la magnífica fotografía tanto en los interiores como en los exteriores. Incluso se ve cuando Katherine Lester pasea por los páramos, pues resulta imposible no compararla con Catherine vagando entre la niebla y el frío en Cumbres borrascosas o con Jane Eyre huyendo de Thornfield.


La actriz Florence Pugh nos deleita con una interpretación fría. Deambula por la casa, tiesa, con esos enormes vestidos. Su rostro impasible no deja traslucir sus pensamientos, salvo en algún momento en el que su mirada deja entrever algún leve destello de maldad por la situación en la que vive. Una mirada inquietante que ira diciendo más cosas conforme avance el film y sus planes vayan siendo desvelados. 



Cuando deja salir sus instintos más primarios es cuando la película coge fuerza. Que nadie espere un típico drama de época victoriano y una hermosa historia de amor. Lejos de eso, es una historia provocadora y moralmente cuestionable que nos muestra lo más recóndito y perturbador del alma humana. 









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