Una de sueños...

 
Plancho mis sueños, los estiro, los aliso, los perfumo, les coloco unas alas y les abro la ventana. Les advierto que deben esquivar a los cazamariposas, las antenas parabólicas y las cabezas huecas porque son terreno yerto que no dan fruto. Les insto a que eleven el vuelo, tanto como puedan, porque las estrellas también tienen derecho a su dosis de sueños. Les pido que se sientan libres de ser como quieran, que sean ellos mismos en su onírica realidad y les aconsejo que traten de no convertirse en pesadillas, no está bien eso de ir dejando por ahí la semilla negra de los malos sueños. Cuando los veo partir valientes y dispuestos, tomando impulso desde el alfeizar de la ventana, siento algo parecido a la pena porque nunca me gustaron las despedidas, pero soy consciente de que los sueños no deben permanecer cautivos, deben ser libres, por eso les digo adiós agitando el pañuelo, lamiendo la lágrima hija única que se desliza por el tobogán de mi rostro y deseándoles suerte en silencio. Luego pongo a centrigufar la nueva camada de sueños que, ansiosos, ya los oigo alborotar dentro de mi cabeza.

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Texto: Bohemia